Martha Salas.
2009. La Nación,
Secc. 5ª Campo, 15.08.09:14.
SEGÚN EL HISTORIADOR RAÚL MOLINA, EL LUGAR DONDE LA CARRETA SE QUEDÓ FUE A CINCO LEGUAS DE LA BASÍLICA
La virgen de Luján tiene una interesantísima historia basada en un milagro que sucedió en el siglo XVII (en 1688, se calcula), en momentos en que su imagen era transportada dentro de un cajón rumbo a Sumamapa, en Córdoba, por encargo de un hacendado portugués que residía en ese paraje.
Esa imagen de barro cocido de 38 centímetros de altura era la obra de un artesano de San Vicente, Brasil, y venía cruzando largos y trabajosos caminos desde allí.
Cuando la carreta en la que era transportada había llegado hasta el río Luján y estaba por cruzarlo sus ruedas se trabaron, lo que le impidió el cruce. Los conductores supusieron que la carreta no avanzaba por la carga y sacaron el cajón de la Virgen, y entonces sí pudo avanzar. La acción se repitió una y otra vez, hasta que llegaron a la conclusión de que la Virgen quería quedarse en esa orilla.
Dice Virginia Carreño en su excelente libro Estancias y estancieros en el Río de la Plata, al cual sigo en este relato, que la gente, ante esa manifestación de deseo de la Virgen de permanecer allí, la llevó hasta la estancia más cercana, donde quedó instalada en una ermita hasta que se le hiciera una capilla.
NOVEDOSO
Lo novedoso del caso fue que ese milagro no sucedió en el lugar donde se levanta la actual Basílica de Nuestra Señora, sino a 5 leguas de ella, en la zona de Pilar, donde subsiste todavía un vado del río Luján conocido como Pasaje de la Virgen.
Esto se sabe gracias a la investigación del historiador Raúl Molina, que inició el rastreo de los títulos de propiedad en la época del milagro, en repartos dados por Hernandarias.
Molina ubicó el lugar en la quinta y parte de la sexta suerte de tierra sobre el río Luján, perteneciente en esa época a los hermanos Diego y Oromas de Rosende, ambos sacerdotes con funciones en muy alejadas parroquias.
La ermita era cada vez más concurrida por devotos, romeros, promesantes y gente de fe. La concurrencia era tan numerosa que los sacerdotes predicaban y realizaban ceremonias a diario y al aire libre, sin que llegara a construirse la prometida capilla.
La Virgen recibía regalos y ofrendas muy valiosos para la gente de campo, como ganado vacuno o lanar. Esta es la razón por la que se la llamó "La Virgen Gaucha".
La vecina de la suerte doña Ana de Matos ofreció a los padres Rosende hacerse cargo de la Virgen, ordenar y mantener su culto sin importar lo que pudiera costarle y terminó llevándose la Virgen a su casa hasta que se le construyera un templo.
Los vecinos de la ermita se resistieron al traslado de la Virgen, pero Ana de Matos les ofreció tierras cinco leguas mas allá sobre el río Luján, y los vecinos aceptaron el ofrecimiento.
Para la construcción del edificio del futuro templo cedió una cuadra de tierra más un cuarto de legua de campo río abajo, para recibir los ganados que los fieles ofrecerían al ver cumplidas sus promesas. Los devotos de la Virgen poblaron esta nueva zona y así nació la Villa de Luján.
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