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29/8/14

El arte gaucho del cuero crudo - Hilario Faudone

 
 

Prólogo 


Siete son los libros publicados, a partir de 1921, a los que hay que agregar más de 250 notas y artículos de diferentes autores, que se refieren a la artesania criolla del cuero crudo, sea éste sobado o no. Pero este caudal de conocimientos escritos cstá muy lejos de agotar el tema y lo demuestra El arte gaucho del cuero crudo, de nuestro recordado y querido amigo Hilarlo Faudone, quien no pudo ver impresa su obra por haberlo sorprendido la muerte el 25 de febrero de 1997, anticipadamente. 

Lo recopilado por Don Hilario, a lo que se suma lo mucho por él ideado, ha tomado forma gracias al esfuerzo y buena voluntad de su "sobrina nieta" María Beatriz Alasia - Tichi- y algunos de sus múl­tiples alumnos, entre los que se destace cl matrimonio de Italo y Rosa Longoni, sin duda, sus preferi­dos y más sobresalientes.
 

El autor había nacido el 3 de marzo de 1923 en la pequeña localidad de Jerónimo Cortés, muy cercana a la orilla sur de la laguna Mar Chiquita, en la provincia de Córdoba; finalmente se radicó en Sunchales, Santa Fe, donde, como productor rural transcurrió la mayor parte de su existencia. Nieto de piamonteses y criado entre ellos, aún conservaba el acento y la picardía simpática de sus mayores. Precisamente algunos de éstos, sus tíos Bartola y Domingo Astesana lo iniciaron en la artesanía que fue pasión de su vida, (juntamente con lo asimilado en Trenzas ganchas, de López Osornio, al que accedió hacia 1937. De aquí en adelante, se conractó con toda persona que él supiese transitaba el camino de las sogas: y fue así como se vinculó con los grandes sogueros Martín Gómez. Ricardo González (sus ídolos), Alfredo Guraya, Luis Gabriel Marrínez y otros, muchos otros que, aunque de menor nivel, aportaron conocimientos y tam­ biénincorporaron los provenientes del guasquero santafesino.


Tuve la suerte de conocerlo al promediar la década de 1960. Primero fue por carta. Recuerdo que inicíalmenre me hizo llegar. junco con su misiva. una serie de muestras de labores que yo no conocía, todas ellas con su correspondiente denominación y la explicación de cómo llevarlas a cabo.Yo tambíén le pasé algunos trabajos que no le eran familiares y desde aquel inicio, casi semanalmente, nos escribíamos interccambiándonos novedades.

A esa altura ya nos habíamos visitado en nuestros respectivos pagos, y a partir de 1969 él participó en las nueve exposiciones-ferias anuales que se llevaron a cabo en el transcurso de las Exposiciones de Otoño, organizadas por la Asociación Criadores de Caballos Criollos, en el predio de la Sociedad Rural Argentina, en Palermo, Buenos Aires. Allí se reunieron, en esos nueve años, los más destacados artesanos del cuero y fueron esas juntas el momento propicio para conocer colegas, ganar amigos, incorporar y brindar conocimientos y poner a prueba -con sana picardia criolla- la habilidad o el ingenio para descubrir cómo estaban confeccionadas las distintas novedades que cada cual aportaba, novedades que, en el caso de Don Hilario, eran muchas y curiosas.


A él se deben, aparte de las técnicas tradicionales recopiladas en el ámbito de su residencia así como en muchas leguas a la redonda -que eran desconocidas por los guasqceros "porteños"- diferentes labores. De éstas, no puedo dejar de mencionar una trama para tejidos a lezna, entre las muchas presentadas en este libro, que denominó -mosaicos- y que fue inspirada -el autor nos lo dice- en viejos mosaicos que se lucen en antiguas propiedades de la ciudad. 


Otra labor que fue muy bien acogida y adoptada por la mayoría de sus pares fue el retejido "barquero" por tres y tres en su parte central (así es el común y divulgado), pero con dos filas por dos y dos en cada una de las orillas, trama que evita las pasadas por cuatro y cuatro que lo tornan muy -jetón-, las pasadas por uno y uno que, si bien eluden abultamiento. le confieren debilidad. A este especial retejido que se basa en una particular e ingeniosa manera de constituir los pares y luego separarlos afectuosamente y corno un recuerdo hacia el amigo, los aficionados a enredar tientos le decimos «faudoncado».

A lo dicho, podríamos agregar una gran variedad de tejidos, los cuales posiblemente hayan sido inventados por el, pero que también pueden haber sido conocidos por otros que, asimismo los idea­ron. Esto de «inventos» simultáneos es cosa que también se da en ambientes científicos; más aún, yo creo que todo lo que ideamos ya está previsto y existe. Lo que hace el hombre es sacarlo a flote mediante el estudio, la investigación y hasta por mera casualidad.


En El arte del cuero crudo, el aficionado y también el profesional, encontrarán un vasto repertorio de trenzas, bombas, tejidos, retejidos y, especialmente, costurasy tramas para tejer a lezna, especialidades estas dos últimas en las cuales Hilario Faudone puso todo su ingenio creador y volcó al papel con claras explicaciones y prolijos detallados diseños. (No nos olvidemos de que, para tal fin, siguió cursos de dibujo.) 


Mucho me honra el haber sido elegido para prologar este libro de póstuma edición. Sin embargo, mi gran satisfacción y alegría hubiera sido poder hacerlo en vida del autor .

Luis Alberto Flores



 Imágenes del libro:





 
"Así como otros, también yo me angustié pensando que mi vida podría pasar algún día y no quedarían huellas mías en esta tierra, bendita tierra argentina. Nadie puede imaginar que cuando nos llega esa extraña inquietud por trascender y que se instala en el corazón, atraviesaa hueso y médula con fuerza y ya no se puede volver atrás."

 
Hilario Faudone



  


 




"A la mañana siguienteen charcos de agua clara,el sol lava su carailuminando el naciente,bajo un cielo...
Posted by Folkloretube on Sábado, 2 de mayo de 2015

5/8/14

Que no se corte

La soguería, oficio tradicional de nuestro campo, mantiene su vitalidad y excelencia gracias a los grandes maestros y a los programas culturales orientados a su difusión entre los chicos. Secretos de un arte que requiere enorme destreza y, sobre todo, paciencia. 

 

tejido a lezna sogueria criolla


En la Argentina, la vocación del soguero aprieta tan fuerte por dentro como los tientos se ajustan entre sí. El oficio se resiste al destierro y sí, sale triunfante de este combate tan silencioso, como permanente y profundo, entre la tradición y el progreso. Las nuevas generaciones le dan a este arte milenario, que no reconoce origen ni de tiempo ni de nación, su propia impronta. Es cierto: ni el oficio del soguero ni el soguero son iguales que antes. No tienen por qué serlo. Simplemente se afianzan en este proceso de cambio. 
La soguería se desarrolló por la necesidad que tenían los hombres de campo de valerse de objetos para lidiar cuerpo a cuerpo con los animales. “En la Argentina, con grandes vaquerías donde hubo una explotación del ganado y del cuero muy grande, se aprovechó este material, que era el que tenían a mano. Primero, tuvo un fin único utilitario, y después se comenzó a agregarle cosas cercanas al arte”,  cuenta Luis Alberto Flores, hijo de uno de los grandes maestros de la soguería.

La edad del cuero. Ya los indios utilizaban el cuero de los animales autóctonos, y con la llegada de los españoles y los vacunos, se produjo una fusión característica en cada región. Cada medio alumbró un tipo de trabajo diferente, hecho que hoy nos permite identificar de qué región es cada trabajo por las particularidades que tiene. En las provincias del Litoral donde hay mucha cantidad de agua y las cosas duran poco tiempo, en general los sogueros eran menos prolijos con las terminaciones, pero como los cueros estaban muy blandos por la humedad, se hizo mucho trenzado. En las zonas más cercanas a la Cordillera, se utilizaron cueros más elaborados como la suela y se realizó otro tipo de sobado. En la región pampeana, que era ya una zona mucho más rica, y donde además el hombre de campo tenía más tiempo para trabajar porque las condiciones climáticas eran menos rigurosas, se comenzó a elaborar más las piezas y la actividad adoptó una dimensión artística. 
La soguería de los que nos precedieron también apuntaba claramente a la durabilidad. “Encontramos juegos de sogas –asegura Franco Calderón- que tienen más de cien años, que se utilizaron casi todos los días y todavía se pueden seguir usando.”
Hoy la soguería se podría dividir así: la que se realiza para el trabajo con los caballos (juegos de sogas y el ajuar completo); la misma, pero con detalles más delicados para competencias y coleccionistas; y por último, la de regalería, en la que se confeccionan llaveros, cuchillos, hebillas, carteras y tapas de libros. 
La permanencia y repunte de esta actividad está relacionada también con una revalorización de nuestras tradiciones. “Hoy, por suerte, la artesanía está en pleno auge, asegura Luis Alberto Flores (h). La Argentina empezó a mirar un poco más para adentro.”
“Todo lo que es cuero, platería y talabartería ha tenido un empuje muy importante gracias a los concursos de aperos que se hacen en distintos lugares de nuestro país y especialmente el de la Sociedad Rural de Palermo. Esto ha generado muchas fuentes de trabajo”, asegura Carlos Gallardo, organizador del VI Encuentro de Sogueros de la localidad de Cañuelas.

Un juego de multiplos. El tejido a lezna, tan característico de este oficio, se hace con tientos de cuero de potro y con la lezna, que es una especie de punzón largo, que posibilita insertar o entrecruzar los tientos. “La cantidad de tientos que utilizamos para cada tejido está relacionada con el tamaño de la pieza que vamos a cubrir -explica Francisco Meeks, otro de los sogueros más destacados que tiene nuestro país-. Se empieza con 12, 24 o 36, por decir un número. En los mates, hemos llegado a trabajar con 240 tientos al mismo tiempo. Las posibilidades son infinitas, aunque los dibujos son los mismos.”
Dentro del tejido a lezna se confeccionan distintas tramas que forman los dibujos de cada pieza: tipo pluma, mosaico, guardas grecas, guardas pampas, pasador, bomba, botones revestidos y otras.  “Generalmente te supera la pieza terminada. Uno va diseñando algo, primero en la mente, después en un bosquejo en papel, pero hay cosas que van surgiendo con el trabajo mismo”, asegura Julio César Moro, quien se especializa en las piezas más urbanas.
El soguero, como buen hombre de campo, sabe determinarse al trabajo, sacarle el jugo al tiempo y al tiento. Busca enjutar su alma porque aspira a la perfección. Es que para practicar este arte es necesario armarse de paciencia. Hay días, cuentan los maestros, que el humor no alcanza para dedicarse al oficio. Así es que el carácter del soguero forja su pieza y cada pieza lo forja a él. Y en estos detalles se juega la vocación.  “La paciencia es fundamental. Trato de armarme el ambiente para estar tranquilo con mi música o en silencio; las cosas más complicadas las hago en soledad.  La verdad, que para lo único en la vida que tengo paciencia, es la soga y vuelco todo acá”, dice sencillamente Alejandro Cruz Alvarez, soguero de San Antonio de Areco, con casi 25 años en el oficio.
Aunque para ser soguero con todas las de la ley se requieren además condiciones técnicas. Pablo Lozano, otro de los más destacados del país, lo explica con claridad: “Los sogueros son los que hacen las piezas del caballo, que saben las medidas y sus funciones. Tienen que haber pasado por todas las técnicas posibles. Están los sogueros de campo, que realizan un trabajo más fuerte, y también está el que trabaja en sogas finas y de colección, que es mi profesión. Es un arte más que una artesanía.”
Por su parte, Alfredo González, soguero de Berazategui, agrega: “Las piezas llevan mucho tiempo y uno tiene que estar tranquilo para lograr lo que quiere. Es muy difícil que yo quede conforme con mi trabajo, es muy raro porque soy muy exigente. Y esta es una artesanía de precisión”.
La posibilidad de aprender el oficio y sus secretos chocó durante tantísimos años con una dificultad mayor: la personalidad tan reservada del hombre de campo. Hoy en día ya no existe ese problema porque han surgido, en gran cantidad de localidades, escuelas donde estudiar.  Hay instituciones privadas y también públicas, apoyadas por gobiernos provinciales. “En mi caso -cuenta Francisco Meeks-, a través de un programa del Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, maestros sogueros salimos a enseñar a diferentes lugares. Es una facilidad que se les da a los municipios, que pueden pedir estos cursos.”  

Piezas urbanas. Encuentros de sogueros, como el de Cañuelas, entre músicos, lechones y charlas; ferias y exposiciones grandes, como La Rural de Palermo o la de Capitán Sarmiento, son los espacios de comercialización más común para estas artesanías que, cuando las miramos de cerca, nos arrancan del alma una expresión de admiración.  Aunque hay muchos que trabajan por encargo. “Trabajo sólo por pedido, -confiesa Pablo Lozano-, excepto cuando vamos a La Rural. Suelen encargarme muchos coleccionistas.”
Y si bien los materiales y las técnicas son las mismas, cada pieza lleva la identidad de su autor. Por eso es que al momento de vender, les cuesta desprenderse de sus obras, que han elaborado con tanta paciencia y dedicación. “Hay muchos casos en los que los clientes compran por imitación; pero, a mí me da mucha satisfacción cuando la gente sabe lo que está comprando y además, lo usa”, explica Alejandro Cruz Alvarez. 
“Por no faltarle el respeto a los sogueros, yo no me hago llamar así, sino que soy un artesano del cuero crudo -se define Julio César Moro-. Porque yo no he hecho nunca un bozal ni he trenzado un lazo, me dedico a las prendas más urbanas. Hago tapas de libros, portadocumentos y mates, por nombrar sólo algunas cosas.”
Detrás de la sencillez de estos hombres y de su singularidad en el oficio, yace en lo profundo el arte, la realización de la propia vocación y el grito vivo de una cultura que a pesar de la tecnología y la fuerza de la moda permanece enraizada en el corazón de su pueblo.



Publicado en: Revista El Federal


 

23/7/14

Botón de orillo


Sortija de orillo

 

 Armadura

 

 Fig. N° 207 - La brida (a), después de haber tomado la posición del grabado, se dirige hacia arriba, cruzando en (b) más o menos ensu trayecto anterior y, al dar la vuelta al manguito, completamente en la parte superior, aparece en el punto (c) de la figura N° 208 y sigue las pasadas de esta figura. Al llegar al punto (m), se traslada el lector al grabado siguiente y, este mismo punto (m), lo verá en la figura N° 209, desigando en la letra (a).


boton-de-orillo-2boton-de-orillo-4


Fig. N° 209 - Al salir la brida del cruce (a) y, dirigirse hacia arriba, tapa 1 y dando la vuelta por detrás del manguito (su trayectoria la vemos punteada) aparece a la derecha del mismo y en la parte superior. Al bajar nuevamente, tapa 1 y paso bajo otro. Sigue sobre 2 (el ángulo de la cruz) y al seguir subiendo lo hace bajo un tiento.


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Fig. 210 - Sobre 1, bajo 1, sobre 1, bajo 1.


Retejido



(Sobre 2 y a la izquierda de la guía). Aquí comienza el retejido y termina por consiguiente la armadura: Bajo 1, sobre 1, bajo 1 (figura N° 211)


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Fig. N° 212 - Sobre 2, bajo 1, sobre 1, bajo 2 y separando un par.

(R) - Donde dice "sobre dos", puede descomponerse en: Sobre 1 y queda la guía y, cuando tapa el primero de estos queda con con esa puntada, terminada la armadura fundamental.

Fig. N° 213 - Sobre 2, bajo 1 (en el borde inferior); sobre 1 (subiendo); bajo 2 (separando un par)


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Fig. N° 214 - Sobre 2 y bajo 1 (formando el borde superior); sobre 2; sobre 2 y separando un par.


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Fig. N° 215 - Sobre 2 y bajo 1, dejando formado el borde inferior. Subiendo pasa sobre 2 y bajo 2 (separando un par).
 

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Fig. N° 216 - Sobre 2 y bajo 2 (separando un par), dejando formado el borde superior. Descendiendo sobre 2 y (separando). Bajo 2 y (separando otro par). Sobre 3, contando la guía y, al pederse las extremidades bajo el tejido, queda por lo tanto terminado el botón de orillo o sortija de orillo, en su faz más simple.



Botón de orillo


Con doble armadura o, armadura simplemente y un retejido de la misma que, bien puede emplearse como revestido para botones o como pasador, o como bomba..

Este botón de orillo posiblemente tomó el nombro que lleva del hecho de ser retejido desde las puntadas más externas de los bordes, contrariamente a otros trabajos similares. Y, se le llama botón por revestir a un item o una bomba y, cuando abrazó una lonja como un anillo, se le denominó «Sortija de orillo».

Se confecciona comenzando con la armadura del pasador de una vuelta. Luego se continúa con la siguiente anotación:



boton-de-orillo-20
boton-de-orillo-22




Fig. N· 217.- El mismo retejido de orillo, empleado en el botón se aprovechó para utilizarlo comosortija.


boton de orillo sogueria






Ilustraciones y textos extraídos de "Trenzas Gauchas" de Mario López Osornio



Tutoriales realizados por nuestro amigo César Alberto Rueto de "El Rincón del Soguero"


Botón de orillo "El Rincón del Soguero"



Armadura base para botón de orillo, pluma, etc "El Rincón del Soguero" 



Tutotial: Botón de orillo armadura doble "El Rincón del Soguero"



 

Botón de Orillo -Retejido de 2 en 2 - "El Rincón del Soguero" 






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