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6/6/14

Los diez hermanos Rosales - Pedro Risso


pintura+molina+campos
"Adiós amigos" - Florencio Molina Campos


Un rancho que allá se vía,
viejazo, largo, achatao,
fue el puesto más alejao
en la estancia "LA PORFÍA".
Daba un ombú su alegría
pegadito a los corrales,
y entre haciendas, pastizales,
y entre relinchos de potros
allí nos criamos nosotros;
los diez hermanos Rosales.

Mi padre el viejo Zenón,
cumplidor, serio y formal.
Jamás carnió un animal
sin que supiera el patrón.
Mi madre, Aurelia Almirón
fue virtuosa pa' cumplir
y aunque el lavar y zurcir
mucho tiempo le llevaba,
siempre un rato le quedaba
pa' enseñarnos a escrebir.

Mi hermano mayor, Hilario,
como pa zurdo, por tal caso,
tanto al facón como al lazo
los lleva del lao contrario.
Tiene pa' el trabajo diario
seis bayos y un azulejo,
y aunque va llegando a viejo
pobrón y con poca suerte
puedo decirles bien fuerte
que es un paisano parejo.

Yo soy Jacinto Rosales,
soltero por conveniencia
porque a resero, la ausencia,
suele acarrearle sus males.
El tranco de mis baguales
por cien rumbos me ha llevao
del catre estoy olvidao
y voy, sin que me haga meya,
reseriando en cualquier güeya
y durmiendo en el recado.

El que sigue es Antenor,
campero entre los camperos,
corredor de parejeros
bailarín y buen cantor.
Por caprichos del amor
cambió a menudo de china,
pero en una tremolina
del pago se hizo perdiz
y aura vive muy feliz
"arrimao" con Juana Urbina.

Demetrio, Ignacio y Benito,
-por los consejos de tata-
reuniendo una poca plata
han arrendao un campito.
Ahí resalta como escrito
el valor de cada cual,
y como el medio rural
al más "quedao" despabila
vieron después de la esquila
redoblao el capital.

Victoriano es de alma buena,
pero...la sangre salpica...
y encerrao en Sierra Chica
'ta purgando una condena.
Recuerdo con mucha pena
cuando por unas zonceras
tras dos palabras muy fieras
se desmontó de un tordillo,
y en una pelea a cuchillo
mató a un hombre en las carreras.

BAlbino y Julián Rosales
son aplicaos domadores
que de sus mismos valores
no me hallaran dos iguales.
En sus riendas y bozales
resalta el trabajo fino,
y aquí mi opinión mezquino
porque pa' hablarles sincero
si Julián es buen soguero
¡ahí nomás anda Barcino!

Serión, pero mal arriao,
mi hermano menor, Tadeo,
supo ser mensual de arreo
en "Las Tunas" de Alvarao.
Si el hombre no anda alunao
es suave como una esponja
pero no es santo ni es monja,
y no se porqué cuestión
le dió una soba al patrón
que cuasi gasta la lonja.

Y ansí somos los Rosales
gente campera y honrada,
capaces de una gauchada
como los más liberales.
Virtudes muy naturales
con que Dios quiso dotarlos,
y al terminar de nombrarlos
viá decir, mordiendo el freno,
¡que habrá que pitar del bueno
pa' atracarse a repecharlos!. 




Como Pintar Con Oleo




31/5/14

¡Que ocurrencia! - Pedro Risso


folklore argentino para descargar
Pintura: Carlos Montefusco


Trajo el patrón, pa la estancia,
un toro fino, importao,
y creo que lo había comprao
en Inglaterra o en Francia.
Un animal de prestancia
con más cuidao que una alhaja,
y pa sacarle ventaja
mejorando los planteles
dormía el toro en "Los Jagüeles"
en cama de buena paja.

Yo pa ese entonces, me acuerdo,
redomoniaba un picazo
que era más "pronto" que hachazo
pegao con el brazo izquierdo.
Y como nunca fui lerdo
pa enseñar un animal,
como un hombre liberal
pero con mala intención
saqué al toro del galpón
pa soltarlo en un corral.

Monté y después, despacito,
-como escondiendo una treta-
al toro, por la paleta,
le pegué un empujoncito.
Escuchó el picazo un grito
con mi acento varonil,
y sarandeando el cuadril
se dió el toro a disparar,
y ahí se lo entré a "descolgar"
a dos velas y un candil.

Como el pingo tenía rollo
le iba gritando certero:
¡acomodate extranjero
que te está golpiando un criollo!
De entre las patas, un pollo,
salió con vida arañando,
todo asustao, cacariando,
pasando alguna penuria
cuando yo en toda la furia
traiba al toro recostando.

Después... para qué les cuento...
se apareció el mayordomo,
malísimo, hinchando el lomo,
hasta quedar sin aliento.
Me parece que lo siento
gritar desde la tranquera;
más colorao que una hoguera
estaba loco de atar,
y...¡ya lo mandé a "pasiar"
con una frase muy fiera!

Cuando lo supo el patrón
enseguida me pagaron
y como a un perro me echaron
sin darme una explicación.
Pero si esa tentación
me costó una sacudida
aunque pierda otra partida
no hay cuidao que retroceda,
¡y seguíré mientras pueda
haciéndome el gusto en vida!


Autor: Pedro Risso


 

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